domingo, 10 de abril de 2011

Narración ruta 26 marzo '11

Pantano de Navalcán - ruta circular

Ahora que el sol acaricia nuestros bellos rizos dorados, y la madurez llega a nuestras sienes junto con el mes de abril, es momento de recordar que hace tan solo un par de semanas unos intrépidos jovenzuelos se encaminaron graciosamente hacia el Pantano de Navalcán. Estos días, bajo el abrasador calor con el que festejamos las jornadas medievales, es difícil siquiera imaginar que entonces el agua nos llegaba por las rodillas, y que más de uno pusimos nuestras barbas a remojar.


Fue el 26 de marzo del año del Señor de Dos mil y once, cuando en una gris y amenazosa mañana partimos de la Plaza del Navarro en Oropesa seis ciclistas y un explorador. Los ciclistas tenían por nombre: Kiko, Jesús, Gonzalo, Luis, Raúl y Agustín; y el explorador daba respuesta a Juan Sebastián Cano; éste último es más conocido por ser la primera persona que circunnavegó el planeta entre 1519 y 1522. Bueno, con él en la nave Victoria llegaron a San Lúcar de Barrameda otros diecisiete hombres, pero como el único que queda vivo es él, de los demás no nos acordamos. Además, la mayor parte serían pobres así que ¡qué más da!
Lo cierto es que nuestro amigo Juanse, que es como prefiere que le llamemos, se conserva bastante bien, y no aparenta los quinientos treinta y cinco años que jalonan su camino. Su experiencia en alta mar, nos fue de impagable utilidad para cruzar los mil y un charcos que encontramos en nuestra ruta; y especialmente para vadear el arroyo de Corchuela, para lo que se trajo consigo algunas cartas náuticas.

Tenemos que agradecer también a la providencia, haber salvado la vida tras un despiste de nuestro guía indígena: Raúl alias “el heavy”, que es como le conoce toda la policía. Sí, así de chulos somos los de Oropesa y Lagartera, que para explorar nuevos caminos en nuestro propio pueblo, nos hacemos con los servicios de un guía de Leganés. Menos mal que entre mi gps, y el sextante de Juanse, conseguimos finalmente enfilar rumbo norte y alcanzar el pantano.

Fue en esta tesitura, cuando se produjeron los dos momentos cumbre del día: el momento “mermelada”, y el momento “peligro de muerte”.
El momento mermelada se produjo cuando, encontrándonos con un rebaño de ovejas, advertimos que una de ellas acababa de parir un tierno corderillo. Tras felicitar a la afortunada madre, procedimos a inmortalizar al tierno corderillo al que Juanse, acostumbrado a poner nombres a costas lejanas lo bautizó como “Lucero”; ante lo cuál nos quedamos boquiabiérticos y ojipláticos sin saber qué añadir. En silencio y apartando las lágrimas de nuestros ojos, continuamos camino.

El momento peligro de muerte vino inmediantamente después cuando, perdidos, atravesamos las tierras de Dehesa Nueva, guardadas celosamente por Arturo y “la chata”. Incontables son las historias de ciclistas abatidos tratando de atravesar sus dominios.

Las averías mecánicas las puso Raúl, que salió por la puerta grande con una rotura de cadena y un pinchazo. El resto de espadas: aplausos, migas con chorizo en Corchuela y silencio en el segundo de cada lote. Habrá que repetir cartel.

Aquí debajo os dejo unas fotitos para que veáis que no es mentira todo lo que cuento.

Agustín

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