martes, 10 de mayo de 2011

Ruta del 23 de abril 2011

El día 23 de abril fue, como todos los 23 de abril, un día muy especial: día del libro, aniversario de las muertes de Cervantes y de Shakespeare (ahí es na’), aniversario de la derrota de los comuneros de Castilla, día de la Comunidad de Castilla y León, fiesta nacional de Inglaterra… y sí, efectivamente, día de mi cumpleaños. Esta vez cayeron sólo 41, pero prometo que la próxima vez serán por lo menos 42.
Salimos de la Plaza de la Constitución en Lagartera a las 10:30, es decir, con media horita de retraso. ¿Por qué? Por culpa de una rotura de cadena. Empezamos bien, lo primero las averías, no vaya a ser que se nos rompa la cadena luego y tengamos que parar. Chicos, somos profesionales y sabemos cuando debemos tener las averías. ¡Muy bien!
Esta vez nos acompañaban tres nuevos artistas del pedal: José Luis, Juan y Víctor. Esperemos que se animen más veces. Seguro que sí. El resto de desintegrantes éramos: Gonzalo, Luisi, Javi, Juanse, Kiko y el mismísimo yo, o sea, Agustín.
Puestos ya en marcha, nos dirigimos desde Lagartera hacia Caleruela. El recorrido, que transcurre mayormente entre encinas y olivares, está precioso en esta época del año. Las lluvias, que tampoco han faltado este año, hacen que el campo esté exuberante a lo que contribuye una estación como la primavera y todas sus flores y pajarítos. Voy a parar poque veo que tenéis los ojos vidriosos.
Lo más divertido de la jornada fueron algunos tramos casi trialeros entre los olivares. Es una ruta variada, divertida y bonita.
Lo más preocupante de la jornada fue, como tantas otras veces últimamente, el estado de mi bici. A pesar de que insisto en que me regaléis una nueva, no me hacéis caso. Durante todo el camino la cadena fue enganchándose e impidiendome dar una lección de potencia en las cuestas arriba. Finalmente, mi equipo de mecánicos reunidos en sesión técnica decidieron que el problema estaba en no sé qué tornillo. Apretamos el tornillo y, efectivamente, funcionó bien el resto de la jornada. No deja de ser, sin embargo, una solución de compromiso, e insisto en lo de la bici. Cuanto antes me la compréis mejor. Ya sabéis que tengo una edad, y no puedo estar haciendo esfuerzos a lo tonto.
La ruta finalizó ¡oh, sorpresa! con una cervecita (o dos). Esta vez en Calzada, en el bar de Luengo (bueno, quizá fueron tres o cuatro cervezas). Gracias a Dios (que no existe) somos gente sensata y rebajamos la cerveza con chorizaco y otras viandas que no dejamos escapar vivas. Tenéis las fotos un poquito más abajo.
Nos vemos en la próxima ruta.
Agustín

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