jueves, 19 de enero de 2012

En defensa de la dehesa

 El otro día me dispuse a abrir una botella de vino tinto de Valdepeñas. El vino, de cuyo nombre no quiero acordarme, es uno de los más baratos que se pueden comprar en cierta cadena de supermercados, a los que no voy a hacer publicidad porque no me la van a pagar.
¿Qué por qué bebo un vino barato? Por dos razones de peso: la primera, porque soy pobre como un ratón, y la segunda, porque ese vino en concreto me parece aceptable.
Pero he aquí, oh desilusión, que la última vez que fui a descorchar una botella de la esencia de Baco, encontré que me era absolutamente imposible. Y no se me hacía imposible por falta de destreza, bien sabida es por quienes mejor me conocen mi natural torpeza, sino porque el precinto de plástico no ocultaba corcho sino resina.

Comprendo perfectamente que quien embotelle un vino barato deba ajustar los costes para ofrecer sus productos al consumidor más humilde, pero también es cierto que este humilde consumidor está dispuesto a pagar unos céntimos más, por darse el placer de abrir una botella sellada con el suberoso producto de un alcornoque.
 La dehesa, el hermosísimo medio a través del cuál se desarrollan la mayor parte de nuestras correrías ciclistas está, como todo lo rural, en serio peligro. A las dificultades económicas por las que atraviesan las pequeñas explotaciones ganaderas de ovino, caprino y porcino que pastan en las dehesas; a “la seca” que afecta a encinares y alcornocales junto con su envejecimiento y su abandono; y a la competencia exterior de productos agrícolas abaratados a base de mano esclava, se une la cada vez más difícil salida de un material como el corcho, que es uno de los pilares fundamentales de un ecosistema moldeado por la actividad humana.
 Para nosotros, los ciclistas del Campo Arañuelo, y en general para todos los habitantes de estas tierras, la dehesa es nuestra casa. Yo estoy dispuesto a pagar un pequeño impuesto ecológico para que sea el corcho y no la resina la que cierre nuestras botellas, y os animo a todos a que toméis conciencia de esta problemática. La próxima botella que compre en ese supermercado no será la más barata, pero me daré el gusto de descorcharla.

Agustín

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